Fundación Vicente Ferrer. 2011/12/7

A dos horas de Anantapur, pasado Kanekal, hay un pequeño poblado entre campos de maíz y algodón, llamado Adigapalli. Hoy los payasos  actuamos en la escuela que la Fundación construyó para una treintena de niños entre 6 a 12 años. Una de las funciones básicas que los  payasos realizamos es incentivar el estudio en las zonas rurales. La supervivencia alli es tan dura que la enseñanza queda rezagada a los últimos lugares en la escala de prioridades.

Desde la salida de Anantampur hasta la llegada de Adigapalli,  fuimos encontrando en cada pueblo, un chico en estado de trance, golpeando un rudimentario tambor. Le  acompañaban jóvenes con movimientos entregados a su ritmo repetitivo.  Muchas veces nos obligaron a parar el auto. Wima nos informó que hoy era el día en que se celebra una fiesta religiosa llamada Moharam que celebran tanto hindúes como musulmanes.
Una vez llegados a nuestro destino, se nos acercó un improvisado comité de bienvenida: unas risueñas ancianas nos reciben llenas de curiosidad. Por la manera de observarnos y reírse, yo diría que era la primera vez que veían personas de piel blanca. Ellas nos informaron de que la escuela permanecía cerrada todo el día por la celebración religiosa. Mientras avisan al profesor, los primeros curiosos iban llegando. La noticia corrió como la pólvora y en unos minutos reunimos a casi todo el poblado. Wima nos anunció que detenían el festejo durante 40 minutos para que nosotros pudiéramos  actuar. La procesión dedicada a la santidad se retrasaba. Como había llegado la mayoría de aldeanos a la escuela, el espectáculo podía empezar.

Toda la aldea de Aligapalli reunida en el colegio para ver a los payasos

Fue un espectáculo muy aplaudido por indicación del profesor; cuando él aplaudía, el público entero batía palmas. Recuerdo a las niñas adolescentes reírse y gritar sorprendidas por nuestras excentricidades mientras una anciana sin complejos nos acompañaba con una campanilla . Nos despidió el profesor contento y emocionado por haber reunido a todo el poblado en el patio de su escuela.

Wima nos sugirió salir a toda prisa del pueblo; la procesión con música, alcohol y pólvora, estaba a punto de reanudarse.

Fundación Vicente Ferrer. 2011/12/3

Hoy actuamos en un colegio de la Fundación, en un poblado llamado Pompanur a 40 minutos de AnantapurCuando llegamos, la escuela estaba vacía. Wima, nuestro conductor, conversó primero en telugu con unas mujeres que terminaban las labores del campo y luego entramos dentro del patio de recreo. Me llamó la atención los hermosos murales a todo color de mujeres y niñas en situaciones de la vida cotidiana y de una bellisima Lakshmi, diosa hindú de la riqueza, la prosperidad, la luz, la sabiduría, la fortuna, la fertilidad, generosidad y coraje. Encarnación de la belleza, gracia y encanto. Entendí toda la feminidad de los murales, cuando llegó,  la primera, una de las campesinas  que resultó ser la profesora de la escuela de Pompamur.

La profesora abrió la puerta de entrada de la escuela. Esta escuela, como la mayoría, consta de un solo aula, desnudo de todo material, sin mesas ni sillas. Allí se reúnen una treintena de niños y niñas de diferentes edades, todos a la vez, con una única profesora. Poco a poco fueron llegando los alumnos, algunas ancianas, mamás con niños en brazos, los abuelos y al final los campesinos que habían terminado sus labores del campo. Mientras esperábamos que llegase todo el pueblo,  empecé a entretenerlos tocando la concertina. Pronto Fredi saco la bocina.  La actuación duró una hora y cuarto. ¡Se nos hizo tan corta!. El público estaba animado y entregado a la nueva diversión. Los niños, niñas  y ancianas sentados en primera fila eran los que más mostraban su alegría, sin ninguna vergüenza. Wima mientras actuábamos, nos echó unas fotos de recuerdo.

Fundació Vicente Ferrer

 

Fundación Vicente Ferrer. 2011/11/30

El director del centro de Kuderu es un hombre pequeñito, delgadito con los ojos brillantes como pequeñas brasas. Es la tercera vez que visito este centro de niños con disminución psíquica y física pero la primera que llevo mi material de clown. Que bonito verlos entrar en el patio abierto con sus pasitos lentos ayudándose unos a otros. Las Akas empujan despacito las sillas de ruedas. Los niños intuyen que algo va a pasar, se sientan y esperan, casi en un plano místico, sin pensamiento, agradeciendo todo lo que sucede. Son excelentes jugadores y fluyen  con un ritmo particular: estimulo – pausa- contacto visual- pausa – pausa – contacto táctil- pausa – buscar un patrón de conducta en su entorno – pausa – ACCIÓN. No todos los niños y niñas son capaces de llegar a la acción por sus problemas físicos, pero por su mirada atenta, yo diría  que llegan a la acción por medio de la atención.

Fundació Vicente Ferrer

Cuando terminamos nuestra actuación, el director invita al mas bailongo de los niños a salir delante del grupo para brindarnos sus dotes artísticas, le acompaño con la concertina. Ya se levantan dos niñas decididas a acompañarle y repartimos campanillas para que las muevan y participen del baile. Parece que llegó el momento de la acción y piden campanillas. Aunque no todos son capaces de accionarlas no pierden un ápice de atención. No hay peleas, no existen las prisas…como si tuvieran el don de la inmortalidad. Marçal, el voluntario encargado de motivar sus facultades motrices, se emociona porque los ve felices. Un enfermero voluntario me comentó que había visto esgrimir por primera vez un asombro de sonrisa en las caritas de algunos de estos ángeles.