¡Señoras y señores los desafíos continúan!
Si en la semana anterior nuestro reto fue actuar para un selecto público de niños y niñas que podían oírnos pero no vernos. Esta semana empezamos con una aventura sin precedentes. Nuestro programa de actuaciones señalaba que el primer día, lunes, actuábamos en Bukaraya Samudram. Este es uno de los centros especializados construidos por la FVF para dar educación a niñas con discapacidad intelectual, visual y auditiva.
Allí desarollan su trabajo las Supernenas, tres simpatiquísimas voluntarias: Eva es profesora de audición y lenguaje para niños y niñas con problemas auditivos, Miriam y Alba son terapeutas ocupacionales para niños y niñas discapacitados. También en Bukaraya Samudram tenemos un centro que se encarga de estudiantes invidentes.
– ¿Para quién actuamos mañana, Fredi?
La respuesta me dejó de piedra:
– Para los tres grupos a la vez… más de 150 niñas…y muy diferentes entre ellas…
Llegó el gran día. Tan pronto como nuestro conductor Wima, cruzó la puerta de entrada Alba nos recibía junto al grupo de niñas con deficiencias auditivas. Decidimos en que lugar actuaríamos y las invitamos a sentarse. Mientras esperamos que llegara el resto del público, aproveché para hacer un truco de magia especial para ellas. Al poco llegaron las niñas con deficiencia visual. Ellas toman su tiempo para situarse tan ordenadamente como fichas de un ajedrez imaginario. Iniciamos las presentaciones entre los payasos, el público que estaba ya sentado y el que acababa de llegar.
Ya de lejos se veían, con un ritmo totalmente anárquico (¡qué diferencia al orden del anterior público!), las niñas con discapacidad intelectual acompañados de Míriam y Alba.
¡Fue una entrada triunfal, de auténticos clowns!
Una vez reunidos todos los grupos, los payasos iniciamos el espectáculo fantástico-anárquico-tururú.
Pronto se apoderó de mí una sensación «in crescendo»; sentí como todas las personas, personitas y personajes reunidos allí, a pesar de nuestras diferencias, eramos iguales porque sentíamos igual; compartíamos el amor por estar «aquí y ahora», juntos y disfrutando. Las caras de los profesores, cuidadores y niñas fueron por unos momentos de Felicidad absoluta.