Fundación Vicente Ferrer. 2011/11/30

El director del centro de Kuderu es un hombre pequeñito, delgadito con los ojos brillantes como pequeñas brasas. Es la tercera vez que visito este centro de niños con disminución psíquica y física pero la primera que llevo mi material de clown. Que bonito verlos entrar en el patio abierto con sus pasitos lentos ayudándose unos a otros. Las Akas empujan despacito las sillas de ruedas. Los niños intuyen que algo va a pasar, se sientan y esperan, casi en un plano místico, sin pensamiento, agradeciendo todo lo que sucede. Son excelentes jugadores y fluyen  con un ritmo particular: estimulo – pausa- contacto visual- pausa – pausa – contacto táctil- pausa – buscar un patrón de conducta en su entorno – pausa – ACCIÓN. No todos los niños y niñas son capaces de llegar a la acción por sus problemas físicos, pero por su mirada atenta, yo diría  que llegan a la acción por medio de la atención.

Fundació Vicente Ferrer

Cuando terminamos nuestra actuación, el director invita al mas bailongo de los niños a salir delante del grupo para brindarnos sus dotes artísticas, le acompaño con la concertina. Ya se levantan dos niñas decididas a acompañarle y repartimos campanillas para que las muevan y participen del baile. Parece que llegó el momento de la acción y piden campanillas. Aunque no todos son capaces de accionarlas no pierden un ápice de atención. No hay peleas, no existen las prisas…como si tuvieran el don de la inmortalidad. Marçal, el voluntario encargado de motivar sus facultades motrices, se emociona porque los ve felices. Un enfermero voluntario me comentó que había visto esgrimir por primera vez un asombro de sonrisa en las caritas de algunos de estos ángeles.

 

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