Autor: Martademarte, 15 marzo 2012 De nuevo retomo el taller de clown que imparto cada miércoles en la unidad de trastornos alimentarios y psicoterapia Khepra. Como punto de partida, observo como a medida que vamos llegando a la adolescencia vamos siendo privados de nuestra espontaneidad emocional, instintiva y corporal como consecuencia de la manera que hemos sido educados y de nuestra adaptación al mundo. Tanto la necesidad de amar y ser amados como la de aceptación, nos fuerzan a estar atento a las necesidades externas, y, como consecuencia, a perder el contacto con nuestra esencia. El adolescente aprende a “encerrar” lo que verdaderamente es para convertirse en lo que los demás quieren que sea y de esta forma ser amado y aceptado.
Por medio del aprendizaje del clown descubrimos como cada persona, como cada clown, es único, especial e irrepetible. Cada miércoles creamos un espacio para estar con uno mismo, vivir el aquí y ahora, estar en el presente para sumergirnos en la vivencia de descubrir quienes somos. A través del juego y el buen humor aprendemos a leer y a descifrar nuestras emociones y gestionarlas para vivir más felices, relacionarnos mejor, respetar nuestros sentimientos y los sentimientos de los que nos rodean. Nuestros objetivos comunes tratan de:
DESCUBRIR nuestros dones, abrirnos horizontes, vencer los miedos, llenarnos de luz, de fuerza, de ilusión, de sentido del humor, de gozo y aprender a vivir una vida positiva, intensa, sincera y total. Nuestro particular espíritu creativo.
CONOCER nuestro mundo emocional. El valor de la intuición, la espontaneidad, la risa franca, la carcajada que nos aporta aceptación, comprensión, alegría, relajación, eliminando nuestros bloqueos emocionales, físicos y mentales.
RECONOCER nuestras emociones y las ajenas, desarrollando actitudes empáticas que conforman la sincronía emocional.
Un nuevo reto para mi y mis nuevas compañeras de taller…
Autor: Martademarte, 24 enero 2012 Después de dos meses colaborando en el programa de voluntarios «Payasos en Anantampur» de la Fundación Vicente Ferrer en India, recién llegada al nido, Barcelona, repaso las fotografías del día que nos acompañó Rocío (Bindu) Ovalle cámara en mano, al Hospital de Bathalapalli. Me vienen a la cabeza estas Clownclusiones:

Un payaso de hospital debería ante todo y sobre todo, generar amor y compasión por los demás. Sin esperar nada a cambio, el payaso se compromete a servir motivado por un sentimiento de gratitud y el deseo de ayudar al prójimo a salir de su desdicha.
 Risas y sonrisas en la sala de pediatría del Hospital Bathalapalli
El payaso de hospital sabe que el amor no es una mercancía que pueda ser vendida a cambio de una recompensa económica y así actúa.
La ayuda emocional que brinda el payaso de hospital no debe estar limitada a si se puede o no pagar; es para todos lo que sufren. El objetivo es ayudarles a salir de su estado de desdicha, no para una ganancia personal. Nuestra ganancia está involucrada automáticamente en el ofrecer nuestro amor; estamos del lado ‘del dar’, nunca del ‘de recibir’.

El payaso social da amor sin expectativas y con el deseo que más y más personas se beneficien.

La pureza del camino del payaso de hospital es mantenerlo universal; todo ser humano debe tener derecho a recibir amor y todo payaso a darlo.
Autor: Martademarte, 10 enero 2012 Apenas se habían cumplido unos días de mi llegada a la Fundación el pasado mes de noviembre, cuando conocí a Joan Miquel. Osteópata y terapeuta, llegó a Anantapur para entrevistarse con Ana Ferrer. Nos presentamos yo como payasa y Juan como voluntario en Sumanahalli una leprosería en Bangalore.
Un mes más tarde, tras conseguir el sábado 24 libre (en la fundación trabajamos de lunes a sábado) y coincidir el día 25 en domingo, aproveché para visitar a mi amigo y celebrar Noche Buena y Navidad actuando en la leprosería.
Sumanahalli toma el nombre del pequeño bosque de palmeras situado a las afueras de la ciudad de Bangalore. Este palmeral fue cedido por el ayuntamiento hace 35 años para aislar y alimentar a las personas, leprosos e indigentes, de la ciudad. Allí podían vivir sin molestar ni ser molestados. Trascurridos más de tres décadas, Sumanahalli se ha convertido en asilo y dispensario para pacientes con lepra, afectados de VIH, discapacitados, chicos de la calle, huérfanos y delincuentes juveniles.
Joan, como buen anfitrión, me guió durante la visita al asilo (Ave María), el dispensario, las casas construidas para los pacientes que vivían independientes a Ave María, el colegio (T. Jospeh School Sumanahalli) y un taller de confección de camisas. Detrás de cada hombre, mujer, adolescente, niño o niña que me crucé por el camino, se cernía un drama, pero en todos y en cada uno de ellos, la alegría de la llegada de la Navidad, estaba presente; quizás fuera gracias al árbol gigante adornado con guirnaldas que reunía a todos los habitantes del asilo en aquella soleada tarde, o el pesebre con figuras realizadas artesanalmente del asilo de los chicos de la calle o la maravillosa estrella navideña que lucía en la entrada de la residencia de los enfermos de lepra o el pesebre con nieve de algodón rodeado de palmeras…
 Mi amigo Joan Miquel |
 En el palmeral |
Sólo en ese maravilloso lugar, Joan podía haber explicado un nuevo concepto para mi: la sinergia del abrazo. Todo miedo a las enfermedades tabú (como el VIH o la lepra) desaparece cuando prevalece el amor sobre todas las cosas. Cuando hay amor las miradas de cruzan, las sonrisas aparecen, surge la necesidad de acariciar y abrazar. Es así como el osteópata y terapeuta de Sumanahalli trataba a sus pacientes: mucho amor y “tacto físico”… Brother Jon (como le llamaban en el palmeral) llevaba siempre abrazado a su cuerpo a uno o dos o tres de esos seres que la sociedad los clasifica de intocables. Este amor en forma de abrazos produce sinergia (1 abrazo+1 abrazo= 1000 abrazos). Lo pude comprobar el día de noche buena, cuando numerosas personas iban llegando desde Bangalore como muestra de amor hacia este colectivo. Durante estos 35 años, cientos de hombres y mujeres fueron entendiendo este mensaje de amor hacia los seres excluidos por la sociedad y hoy acudían en masa a Sumanahalli para celebrar la Noche Buena junto a ellos.
 La misa de Noche Buena
¡Qué magnífica fiesta se convirtió esta celebración! Unas 500 personas reunidas en el salón de Ave María, con los huérfanos y ‘street boys’ de coro angelical. Justo después de la eucaristía el celebrante Father George anunció por megafonía:
– We have a friend from Spain: Martademarte she is a Clown, she is going a do a program…
Entonces entendí que mi actuación era durante la misa de Noche Buena. Corriendo me fui a buscar la concertina, malabares y el pañuelo mágico. Para todos ellos, en la leprosería, para los cientos de corazones allí reunidas empecé a improvisar.
Al día siguiente, en la calurosa mañana del día de navidad, entre palmera y palmera, volví a actuar, esta vez en privado para mis amigos, pacientes de lepra, que el día de Navidad aprendí a abrazar.
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