Sólo para Clowns: el sentido del humor

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(Fragmento de Artes del buen vivir, Roxana Kreimer, Ediciones Anarres)

«El sentido del humor es el término medio entre la frivolidad, para la que casi nada tiene sentido, y la seriedad, para la que todo tiene sentido. El frívolo se ríe de todo, es insípido y molesto, y con frecuencia no se preocupa por evitar herir a otros con su humor. El serio cree que nada ni nadie deben ser objetos de burla, nunca tiene algo gracioso para decir y se incomoda si se burlan de él. El humor revela así la frivolidad de lo serio y la seriedad de lo frívolo».

«Carecer de humor es carecer de humildad, es estar demasiado inflamado de uno mismo. Pero no exageremos la importancia del humor: un mal tipo puede hacer gala de un humor exquisito, y es posible ser buena gente y carecer por completo de sentido del humor. No obstante, quien tiene humor suele ser más estimable que quien no lo posee. El humor es una herramienta crítica de gran eficacia. «Leí La Guerra y la Paz en veinte minutos. Es acerca de Rusia», decía Woody Allen en tiempos en que estaban de moda los métodos de lectura veloz. El humor es un instrumento apropiado para promover la tolerancia, lo que llevó a Lichtemberg a escribir: «Nada determina más el carácter de una persona como la broma que la ofende». El humor permite ver lo que los demás no perciben, ser consciente de la relatividad de todas las cosas y revelar con una lógica sutil lo serio de lo tonto y lo tonto de lo serio».

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«El humor es una demostración de grandeza que pareciera decir que en última instancia todo es absurdo y que lo mejor es reír, como aquel condenado a muerte que llevan a la horca un lunes y exclama: «¡Bonita forma de comenzar la semana!». El humor es una afirmación de dignidad, una declaración de superioridad del ser humano sobre lo que acontece. Cuenta Diógenes Laercio que a Metrocles se le escapó una sonora ventosidad mientras tomaba una clase de filosofía. Tan grande fue el rubor que le sobrevino que se encerró en un cuarto con ánimo de dejarse morir de hambre. Crates entró a consolarlo tras ingerir comida flatulenta y, como no pudo persuadirlo diciéndole que no había cometido ningún absurdo sino que más bien sería cosa monstruosa no despedir los flatos según marca la naturaleza, soltó él también su flato, con lo cual los dos rieron y Metrocles dejó de sentir vergüenza».

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«¿Tiene límites el humor? ¿Es posible hacer humor con el tema del Holocausto? Hay una delgada línea divisoria entre la posibilidad de «reírse de» y la de «reírse con». Chaplin ponía como condición de posibilidad del humor la necesidad de que el chiste estuviera a favor del débil y no del fuerte. Algunos diferencian tajantemente humor e ironía. Si Groucho Marx afirma «Pasé una excelente velada, pero no fue ésta» y se lo dice a una generosa anfitriona, se trataría de una ironía. Si en cambio se lo dice al público, se trataría de humor. La ironía invertiría la ecuación de Chaplin y se reiría a costillas del débil. Escribe Comte-Sponville: «Se puede bromear acerca de todo: el fracaso, la muerte, la guerra, el amor, la enfermedad, la tortura. Lo importante es que la risa agregue algo de alegría, algo de dulzura o de ligereza a la miseria del mundo, y no más odio, sufrimiento o desprecio. Se puede bromear con todo, pero no de cualquier manera. Un chiste judío nunca será humorístico en boca de un antisemita. La ironía hiere, el humor cura. La ironía puede matar, el humor ayuda a vivir. La ironía quiere dominar, el humor libera. La ironía es despiadada, el humor es misericordioso. La ironía es humillante, el humor es humilde».

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«Sin embargo, no toda ironía es cruel. La ironía es una figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se quiere decir. No me parece que esta idea de ironía implique necesariamente una forma despiadada de hacer humor. Diría más bien que hay un humor hiriente, esteticista, que no repara en criterios éticos con tal de hacer reír. Si la ironía es utilizada en cambio como instrumento de resistencia, el humor adquiere un sesgo liberador».

 

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«La risa aparece como la distancia más corta entre dos personas. No es un mal comienzo para la amistad. No es un mal recurso para aceptar -o retrasar- la propia muerte y la de los demás. Hay culturas que entierran a sus muertos con alegría. Prefieren recordar con risas y sonrisas, no con lágrimas y tristeza. Recordar con filosofía, tal el refrán castizo para el que «tomarse las cosas con filosofía» equivale a tomarse las cosas con alegría, con uno de los sentimientos más serios, gratuitos y paradójicos con que podemos cepillarnos las telarañas del alma».

 

 

I CLOWN – Fellini – Fratellini

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«El clown encarna los caracteres de la criatura fantástica que expresa el aspecto irracional del hombre, la parte del instinto, ese matiz rebelde y contestatario contra el orden superior, que hay en cada uno de nosotros» Federico Fellini

I Clowns /Die Clowns (1971)

Director: Federico Fellini
Guión: Federico Fellini y Bernardino Zapponi
Intérpretes; Federico Fellini, Anita Ekberg, Riccardo Billi, Tino Scotti, Fanfulla, Dante Maggio, Galliano Sbarra, Nino Terzo, Giacomo Furia, Carlo Rizzo, Gigi Reder, Alvaro Vitali, Anita Ekberg, Pierre Étaix, Annie Fratellini, Victor Fratellini, Charlie Rivel
Musica : Nino Rota

 

Un niño observa con curiosidad el montaje de la carpa de un circo. Cuando ve a los payasos, recuerda algunos personajes de su vida real: entre otros, una enérgica monja enana, el jefe de estación «Cotechino» entusiasmado por su papel, el cochero «Madonna» que se pelea continuamente con sus compañeros, «Giudizie» que vuelve a hacer la primera guerra mundial…. Luego la acción pasa a nuestros días: durante una entrevista televisiva Fellini se pone a buscar viejos payasos para escuchar sus recuerdos. Después de haber visitado el circo de Liana Orfei, Fellini y su compañía van a París donde se entrevistan con Tristan Rémy, un escritor que se ocupa, en particular, de la historia de los payasos. Junto con el escritor, Fellini encuentra a viejos payasos; aquellos pocos supervivientes de un mundo que ya no existe. El director filma sus rostros envejecidos y tristes. Fellini se siente deudor por la alegría que otrora conseguían transmitir.

 

En I Clowns podemos ver la recreación que Fellini hace de los Hermanos Fratellini en una maravillosa secuencia  en un psiquiátrico o un surrealista pase de modelos con los brillantes trajes de carablanca.

La psicología del miedo a los payasos

JosephGrimaldi¿Por qué nos provocan miedo si deberían generar risa?

Existe una palabra –aún no reconocida en el Diccionario Inglés de Oxford, o en ningún manual de psicología- para referirse al pánico hacia los payasos: Coulrofobia. No muchas personas sufren de fobia a los payasos, sin embargo a muchas, simplemente, no les gustan. Por ejemplo, una página en Facebook titulada “Odio a los payasos”, tiene 480 mil likes. Inclusive, en algunos circos se han implementado talleres para ayudar a los visitantes a superar su miedo a los payasos, pero ¿dónde surge este miedo a los seres que se supone debería hacernos reír? Linda Rodríguez McRobbie intenta responderlo en Smithsonian haciendo una recapitulación de su historia.

Los payasos, al igual que los bufones o los arlequines, han existido desde hace cientos de años y han aparecido en muchas culturas (egipcia, china, romana, británica y nativa americana). Pero, de acuerdo con David Kiser, Director de talento del circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey, los payasos siempre han tenido un lado oscuro, ya que gran parte de sus comedias se derivan del apetito voraz por comida, sexo, bebidas, y comportamiento maniático.

Andrew McConnell Stott, decano de la Universidad de Búfalo, es el autor principal de varios artículos basados en payasos escalofriantes, como la biografía de Joseph Grimaldi, un antiguo mimo muy famoso de Londres quien fuera el antecedente de los payasos modernos.

La historia de Grimaldi era todo menos feliz, padecía de depresión, tenía un hijo alcohólico y su primera esposa murió al dar a luz; todo ello lo llevó a dejar su profesión antes de tiempo, describe Rodrígues en Smithsonian.

Grimaldi murió en la ruina y a causa del alcohol en 1837, y Charles Dickens fue el encargado de escribir sus memorias. Sin embargo, Dickens escribió una historia aún más trágica y la figura del payaso era mucho más siniestra, lo que llevó a que la gente comenzara a relacionar esta profesión con algo terrorífico en The Pickwick Papers.

Mientras tanto, en Francia, la figura de payaso más famosa era Jean- Gaspard Deburau, y su historia es todavía más aterradora que la de Grimaldi. En 1836, Deburau mató a un niño después de que éste lo insultara en la calle. Esto hizo que la práctica de la pantomima cambiara y los payasos dejaron los teatros para comenzar a presentarse en las arenas de los circos.

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Jean Gaspard Deburau (1796-1846)

A mediados del siglo 19, los payasos fueron exportados junto con el resto del espectáculo del circo y en América comenzaron a surgir los circos itinerantes que viajaban en las vías ferroviarias.

Años después, los payasos se popularizaron en América gracias a la televisión, en donde surgieron personajes como el payaso Clarabell, del show de Howdy Dooby, y Bozo el payaso, quien en 1960 se hizo muy popular.

En 1963, surge Ronald McDonald, el payaso feliz de las hamburguesas, quien pierde su imagen buena en 2011 cuando un grupo de activistas lo culpaban de promover una forma de vida insana para los niños.

¿Arte macabro?

El maquillaje de los payasos jugó un papel muy importante en su imagen terrorífica, ya que se consideró una especie de “mascara” o cubierta de la verdadera personalidad de los payasos, lo que dio pie a innumerables artistas, cineastas, escritores y creadores de explotar este fenómeno.

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Un ejemplo en la vida real fue John Wayne Gacy, mejor conocido por ser el Payaso Pogo y quien, entre 1972 y 1978, abusó sexualmente y mató a 35 jóvenes en Chicago. Gacy fue declarado culpable de 33 cargos de homicidio y fue ejecutado en 1994. Después de estos hechos, fue conocido como “El Payaso Asesino

En 1982, la película Poltergeist convirtió a los payasos en un terror real con una escena en la que un payaso de juguete cobra vida y jala a un pequeño niño debajo de la cama. Pero sin duda alguna, la figura del payaso como ícono de terror la materializó Stephen King, en 1986 con Eso, un demonio que ataca a los niños dentro del cuerpo de un payaso.

Kiser, quien es uno de los talentos más grandes del Ringling Brothers y actual payaso, afirma que ha sido muy evidente el daño que la imagen de los payasos asesinos le ha hecho a la profesión del clown. Incluso, a mediados de la década pasada comenzaron a surgir varios artículos sobre las convenciones de payasos en donde se lamentaba esta situación.

Psicología del miedo

Desde la perspectiva psicológica, el miedo a los ocurre desde la infancia e incluso esta fobia ya se encuentra en el Manual de Diagnóstico y Estadística de Desórdenes Mentales, pero como parte de los miedos a personas con disfraz.

«Este miedo empieza a los dos años, generalmente, cuando la persona comienza a formar miedos hacia personas extrañas. A esta edad, la mente de los niños aún se encuentra en desarrollo y hay un momento en el que aún no diferencian la fantasía dela realidad”, explicó la Dra. Brenda Wiederhold, psicóloga veterana, quien realiza tratamientos contra la ansiedad en San Diego, por medio de realidad virtual.

De acuerdo con la investigadora, muchas personas desarrollan este miedo y alrededor de 2% de la población lo padece.

Por su parte, Andrew McConnell Stott, considera que la imagen de los payasos continúa en declive.

«Creo que el payaso aterrador será el dominante, y esta figura continuará existiendo de diferentes maneras”, aseguró el investigador, y puso como ejemplo al personaje Krusty, el payaso de Los Simpsons, quien es chistoso pero irreverente; o a la versión del Guasón interpretada por Heath Ledger en el re lanzamiento de Batman, quien representa una fuerza aterradora de anarquía impredecible.

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Versión del «Guasón» interpretada por Heath Ledger.

Al parecer les queda mucho por hacer a los artistas del clown para remendar lo que personajes siniestros, de la ficción y la realidad, han provocado.

Artículo original en:

http://quo.mx/noticias/2013/09/02/la-psicologia-del-miedo-a-los-payasos