Laurel y Hardy

Considerados como una de las mejores parejas cómicas del cine. El gordo y el flaco fue el nombre que se le puso en español al famoso dúo cómico Laurel & Hardy, formado por el actor inglés Stan Laurel (el flaco) y el actor estadounidense Oliver Hardy (el gordo). Su carrera como pareja se inició en el cine mudo, en la tercera década del Siglo XX, y se alargó hasta la segunda mitad de ese mismo siglo.

El humor de Laurel y Hardy era por naturaleza Slapstick, un tipo de humor donde se exagera la violencia física, muy común en los dibujos animados. Una típica secuencia de ejemplo: la pareja está trabajando en la construcción de una casa, Hardy aguanta unos clavos en su boca, Laurel le da una palmada amistosa en la espalda y Hardy se traga los clavos. La mayor parte de sus películas siguieron un proceso que ellos llamaron ordeñar. Una idea simple es usada para enlazar varios situaciones o momentos cómicos (llamados gags en inglés). Muchas de sus películas generan todas sus secuencias alrededor de los problemas concretos de la pareja en una situación determinada. A partir de esa situación se construye toda la película.

En algunos casos sus películas bordan el surrealismo por sus componentes casi mágicos. Por ejemplo: Laurel chasquea el pulgar como si encendiera un mechero y de sus dedos sale una llama con la que enciende una pipa. Hardy, herido en su orgullo, intenta hacerlo también, y después de varias tentativas fallidas consigue encender sus dedos pero, a diferencia de Laurel, Hardy empieza a quemarse la mano y la intenta apagar entre gritos de dolor.

Una famosa rutina cómica era la conocida como tit-for-tat (esto por aquello) en sus peleas con un oponente. Al principio Laurel y Hardy empiezan a destrozar algún objeto muy querido por su enemigo mientras éste observa sin intención de defenderse. Cuando la pareja acaba su destrozo su enemigo, con calma, empieza a destrozar otro objeto querido por el dúo mientras ellos observan. Y así sucesivamente, primero unos y después el otro, se va intensificando el destrozo, hasta que al final todas las propiedades de los contendientes acaban en ruinas.

STAN LAUREL

Laurel nació en Ulsverton, Lancashire, pero vivió gran parte de sus primeros años en el Noreste de Inglaterra, concretamente en North Shields, Northumberland, donde vivió desde 1897 hasta 1902, y en Bishop Auckland, en el condado de Durham, entre 1902 y 1905. Sus padres, Arthur y Maggie (Margaret) formaban parte del mundo del teatro, y la vida en el hogar de los Laurel era tranquila y feliz. Laurel pronto adquirió una atracción natural hacia el teatro, con su primera actuación a la edad de dieciséis años. En 1910 se unió a la compañía de actores de Fred Karno, entre los cuales figuraba un joven Charles Chaplin. Laurel fue durante un tiempo sustituto e imitador de Chaplin ( debía aprenderse de memoria los gestos y movimientos del actor principal para poder sustituirle en caso de baja del primero, un trabajo que en inglés se denomina Understudy). La compañía de Karno inició una gira por Estados Unidos en la que seria la primera visita al país americano de ambos actores. De 1916 a 1918, actuaron junto a Alice y Baldwin Cooke. En 1918 Laurel haría su primera aparición con Oliver Hardy en el corto mudo The Lucky Dog. Fue una simple película más para ambos, y tardarían años en volver a encontrarse, con resultados muy diferentes.

Laurel no tuvo demasiada suerte en Estados Unidos ( al contrario que Chaplin que inició una incipiente carrera en el cine mudo) y volvió a Inglaterra. Pero un año después regresó a Estados Unidos, esta vez para quedarse. Conoció a Mae Dahlberg, mujer que tuvo un gran impacto en su vida. Por aquellas fechas, no se sabe exactamente cuando, a petición de Mae, Stan adoptó el nombre artístico de Stan Laurel. El porqué no está demasiado claro aunque algunos biógrafos han sugerido que el apellido venia de la hoja de laurel(?) La pareja empezó a actuar en diferentes teatros de vodevil, con obras escritas por el propio Laurel, y a éste último le ofrecieron 75 dólares semanales por protagonizar dos películas. Después de la primera de ellas, Nuts in May, en 1917, la Universal le ofreció un contrato. El contrato era temporal y fue finalmente cancelado durante la reorganización del estudio.

En 1924, y después de una etapa más bien discreta sobre las tablas, Laurel decidió encauzar su primeriza carrera en el mundo del cine, gracias a un contrato que le ofreció Joe Rock. El contrato era para doce películas de dos rollos, pero con un pequeño detalle: Mae no debía aparecer en ninguna de ellas. Mae era una mujer de muy mal carácter que le estaba dificultando su carrera. En 1925 estaba perjudicando demasiado el trabajo de Laurel y Rock le ofreció dinero y un pasaje de barco si volvía a su tierra natal, Australia. Ella aceptó. En 1926 Laurel se casaría con la que fue su primera mujer, Lois Nelson. También entabló una buena amistad con Jimmy Finlayson, pieza importante en la que seria la futura carrera de Laurel con Hardy.

OLIVER HARDY

Oliver Norvell Hardy; Harlem, Georgia, 1892 – Hollywood, 1957) Actor de cine estadounidense. Vástago de una familia de emigrantes británicos, el joven Oliver, tras estudiar en el conservatorio de Atlanta, prefirió ser cantante en grupos callejeros y teatros de vodevil que asistir al colegio. En 1910, cuando sólo contaba con 18 años, montó la primera sala cinematográfica de Milledgeville (Georgia), en vez de atender los cursos de Derecho en la universidad.
En 1913 abandonó su carrera de empresario para hacerse actor en la Lubin Company de Florida, en la que además realizó tareas de ayudante general. Allí, adquirió rápidamente gran fama por su versatilidad, interpretando tanto papeles de malo en westerns, como más cómicos en comedias o más dramáticos cuando la ocasión lo requería, siendo su debut oficial en la pantalla el cortometraje Outwitting Dad, en 1913.
Tras tres años con Lubin, Oliver Hardy se especializó en el género de comedia, y apareció desde 1916 hasta los primeros años de la década de los veinte en las series de comedia de Frank Baum y como oponente cómico de diversos comediantes de gran nivel en Estados Unidos, como Billy West, Earl Williams o Jimmy Aubrey.
A partir de 1921 trabajó como actor y codirector de los cortometrajes cómicos del gran Larry Semon, hasta que en 1925, Hal Roach (que intentaba reverdecer los tiempos de gloria pasados con Harold Lloyd) le contrató para formar parte del elenco de cómicos llamado ‘Hal Roach Comedy All-Stars’, de los que formaban parte entre otros James Finlayson, Clyde Cook, Eugene Pallette, Max Davidson, Noah Young, Anita Garvin, Mae Busch y, el que sería su futuro compañero de aventuras durante los siguientes veinticinco años, Stan Laurel, con el que formaría la célebre pareja cómica conocida como El gordo y el flaco.

¿Por qué lloran los Payasos?

Autor: El Amo del Calabozo

¿Por qué lloran los Payasos?

La respuesta es sencilla: porque nadie los toma en serio.

El payaso siempre está ahí, con nosotros. Cuando en el taller se estropea una máquina importante, cuando en el almacén no aparece el pedido principal, cuando en la oficina Windows vuelve a hacer de las suyas, cuando en el autobús ya no quedan asientos o en el cine no hay más entradas que en la primera fila, el Payaso viene y suelta un chiste, una chanza, un chascarrillo risueño. Nos hace, por un instante, partícipes de su optimismo sin fin. El Payaso es importante, aunque despreciable y despreciado comúnmente.

Un Payaso nunca será presidente del gobierno. Un Payaso nunca nos meterá en una guerra injusta, ni meterá la mano en bolsillo ajeno por más que viva en Marbella. Un Payaso jamás prohibirá abortar a una niña de catorce años violada por un perturbado mental. Un payaso nunca consideraría que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Ojalá gobernase un payaso.

Pero claro, al payaso es fácil olvidarlo, condenarlo al ostracismo, apartarlo de nosotros. Cuando ya nos hemos reído, cuando ya no es necesario, lo ignoramos. Y eso le duele. Dice algo en serio y todos creen que es una broma y, entonces, llega la tragedia. La gente se ríe cuando habla sobre algo grave. La gente le dice que es un pesado, un plasta, que habla mucho, que siempre está con bromas. Apartamos al payaso.

Y el payaso llora, pero nadie se da cuenta. Sus lágrimas salen a chorro, chilla de dolor y angustia, pero el público ya está mirando al otro lado de la pista o, peor aún, se ríen a mandíbula batiente. Hasta que el payaso se retira, hace mutis, sale del escenario y se pierde.

Cada vez que un payaso siente esto, muere un poquito y, llegado el momento, morirá del todo.

¿Qué ocurre entonces? Todos echan de menos al payaso, pero éste ya no existe. Su rostro gracioso se ha perdido para siempre. Sus cejas ya no están enarcadas, sino rectas, paralelas al horizonte. Lanzan una sombra siniestra sobre sus ojos, que ya no son redondeados, sino elípticos. Ya no brillan como antes, sino que ahora refulgen en un tono más rojizo. Sus labios ya no están entreabiertos y formando una luna con los cuernos hacia arriba, sino que están cerrados, apretados quizá, formando un semicírculo en sentido contrario. Sus manos ya no gesticulan, sino que están quietas, con los dedos entrelazados, o metidas dentro de los bolsillos. Tiene el mentón más alto, nos muestra su garganta, nos mira amenazador. El tono de su voz, estridente, chillón, de palabras rápidas, se ha tornado más bajo, áspero y cruel.

Todos se preguntan qué ha ocurrido.

Han matado al payaso.

No dejéis que eso ocurra a vuestro alrededor. Buscad al payaso y demostradle que le necesitáis.

¿Qué sería de nosotros sin un payaso?
El Amo del Calabozo

 

 

Fuente  http://laberintoposmo.blogalia.com/historias/42866 escrito