Fundación Vicente Ferrer. 2011/12/3

Hoy actuamos en un colegio de la Fundación, en un poblado llamado Pompanur a 40 minutos de AnantapurCuando llegamos, la escuela estaba vacía. Wima, nuestro conductor, conversó primero en telugu con unas mujeres que terminaban las labores del campo y luego entramos dentro del patio de recreo. Me llamó la atención los hermosos murales a todo color de mujeres y niñas en situaciones de la vida cotidiana y de una bellisima Lakshmi, diosa hindú de la riqueza, la prosperidad, la luz, la sabiduría, la fortuna, la fertilidad, generosidad y coraje. Encarnación de la belleza, gracia y encanto. Entendí toda la feminidad de los murales, cuando llegó,  la primera, una de las campesinas  que resultó ser la profesora de la escuela de Pompamur.

La profesora abrió la puerta de entrada de la escuela. Esta escuela, como la mayoría, consta de un solo aula, desnudo de todo material, sin mesas ni sillas. Allí se reúnen una treintena de niños y niñas de diferentes edades, todos a la vez, con una única profesora. Poco a poco fueron llegando los alumnos, algunas ancianas, mamás con niños en brazos, los abuelos y al final los campesinos que habían terminado sus labores del campo. Mientras esperábamos que llegase todo el pueblo,  empecé a entretenerlos tocando la concertina. Pronto Fredi saco la bocina.  La actuación duró una hora y cuarto. ¡Se nos hizo tan corta!. El público estaba animado y entregado a la nueva diversión. Los niños, niñas  y ancianas sentados en primera fila eran los que más mostraban su alegría, sin ninguna vergüenza. Wima mientras actuábamos, nos echó unas fotos de recuerdo.

Fundació Vicente Ferrer

 

Fundación Vicente Ferrer. 2011/11/30

El director del centro de Kuderu es un hombre pequeñito, delgadito con los ojos brillantes como pequeñas brasas. Es la tercera vez que visito este centro de niños con disminución psíquica y física pero la primera que llevo mi material de clown. Que bonito verlos entrar en el patio abierto con sus pasitos lentos ayudándose unos a otros. Las Akas empujan despacito las sillas de ruedas. Los niños intuyen que algo va a pasar, se sientan y esperan, casi en un plano místico, sin pensamiento, agradeciendo todo lo que sucede. Son excelentes jugadores y fluyen  con un ritmo particular: estimulo – pausa- contacto visual- pausa – pausa – contacto táctil- pausa – buscar un patrón de conducta en su entorno – pausa – ACCIÓN. No todos los niños y niñas son capaces de llegar a la acción por sus problemas físicos, pero por su mirada atenta, yo diría  que llegan a la acción por medio de la atención.

Fundació Vicente Ferrer

Cuando terminamos nuestra actuación, el director invita al mas bailongo de los niños a salir delante del grupo para brindarnos sus dotes artísticas, le acompaño con la concertina. Ya se levantan dos niñas decididas a acompañarle y repartimos campanillas para que las muevan y participen del baile. Parece que llegó el momento de la acción y piden campanillas. Aunque no todos son capaces de accionarlas no pierden un ápice de atención. No hay peleas, no existen las prisas…como si tuvieran el don de la inmortalidad. Marçal, el voluntario encargado de motivar sus facultades motrices, se emociona porque los ve felices. Un enfermero voluntario me comentó que había visto esgrimir por primera vez un asombro de sonrisa en las caritas de algunos de estos ángeles.

 

Fundación Vicente Ferrer. 2011/11/29

Como cada martes viajamos al Hospital de Bathalapalli. No está muy lejos, a unos 20 kilómetros de la Fundación. Salimos a las 9.30 de la mañana. Wima, nuestro chófer, llegó puntual. No es la primera ocasión que trabajo en este hospital pero si la primera que voy con Fredi. Esta vez le ha tocado a él pasar mala noche por un virus de diarrea que hay en el campus.

Ya vestidos de payasos, iniciamos el paseo por el hall principal del hospital con música y saludos hasta llegar a otro recibidor lleno de madres, abuelas y algún padre sentados en sillas, donde esperaban el turno de visita de sus hijos. Sus caras mostraban desconcierto pero se vislumbraba alguna sonrisa cómplice. Poco a poco se iban acercando y pronto se dispusieron en círculo a nuestro alrededor. Niños en primera fila, mamás y abuelas detrás, y hombres a un lado: un caos muy ordenado. Se desplazaron hasta nosotros quienes aún no les tocaba el turno para el médico, por eso cuando salimos del círculo de miradas, pasamos junto a todos los niños que no se habían podido mover de la silla.

Dejamos la sala y entramos en la habitación común, donde están las camas de los niños ingresados. Pompas, música, magia… y nos pidieron otra vez diábolos para romper esas horas largas de rutina de hospital y abrir el grupo de familiares que esconden al enfermo, alrededor de las camas. Los familiares sonreían al ver sonreír a los enfermos y borraban por un segundo la máscara de dolor. Cuando salimos de esta sala nos llevaron a otra parecida pero con niños mas graves y el trabajador social que nos acompañaba nos dijo que era mejor no entrar, pero al pasar vi la mirada de un niño desde el interior. Me negué a dejar de lado a estos niños y pedí tocar un canción desde fuera. Fredi estaba de acuerdo conmigo. Los niños podían vernos a través de la rejilla de la puerta. Parecían contentos. Vi la cara de una enfermera voluntaria, Amanda. Abrió la puerta y nos pidió que entráramos .

-¿No hay Problema?
-¡¡Claro que no!! Estos niños, como todos, necesitan estímulos y ganas de vivir.

Así fue. Otra sala, otra fiesta. Amanda nos informó del seguimiento que personalmente hacía de un niño con síntomas de desnutrición en la cama del fondo de la sala (con un año pesa tan solo 4 kilitos). Pude ver en sus ojos, cuando tocaba la concertina especialmente para él, que le gustaban los valses, a pesar de casi no tener fuerzas para sostener su cabecita… La desnutrición y los problemas que origina es unos de los  caballos de batalla de los hospitales de la Fundación. Recuerdo el primer día que visité un hospital. Se me acercó un padre pidiéndome un globito para su bebé y luego que le acompañara para dárselo personalmente; el niño estaba en una incubadora y pesaba 1.250 gramos. El perrito globo era mas grande que el chiquillo…

Por la tarde visitamos en hospital para enfermos de SIDA.